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EL ÁRBOL DE SANGRE

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Son 6 litros de vida envenenados.
Están en el sabor metálico que me consume la lengua.
Están en mi boca cuándo todo en ella se vuelve cenizas.
Están en el sudor frío que me consume los dedos.
Están en mis manos cuándo todo en ellas se vuelve cenizas.
Soy 6 litros de vida envenenados.

En este preciso momento fluye mi vida fuera de mí.
En este preciso momento recorren 300 ml. de ese veneno por los tubos plásticos de una máquina que sustituye la función de mis riñones.
En este preciso momento salen de mi 300 ml. de ese veneno por las luces de plástico de un catéter que atraviesa mi cuello y se hunde en mi corazón.

Por su entrada se filtra el exterior en mi interior.
Por su salida se filtra mi interior en el exterior.
Un catéter que le tiene miedo al agua.
Un catéter que ahora es parte de mí.
Un catéter que vive conmigo.
Un catéter que transporta mi vida.
Un catéter que me abre una herida permanente a los colores del mundo

Es la luz azul que purifica desde el sagrado corazón.
Es la luz roja que sangra desde el sagrado corazón.

Es mi corazón atravesado queriendo vivir.
Es mi corazón atravesado queriendo latir.
Es mi corazón atravesado queriendo salir.
Es mi corazón atravesado.
Mi corazón atravesado, brillando
Atravesado por la vida misma.

Espada de terror rojo al poder tener la vida demolida.
Espada de coraje azul al tener que recoger mis escombros.
Espada en forma de serpiente roja que se muerde la cola dentro de mí.
Espada en forma de serpiente azul que muda de piel dentro de mí.
Espada que corta mi vida transformándola en líquido tóxico que fluye fuera de mí.
Espada que mutila mi vida transformándola en palabras tóxicas que fluyen fuera de mí.
Espada de doble filo que me hiere y también al mundo hiere.

Tengo millones de años creciendo en mí.
Tengo millones de seres habitando en mí.
Tengo millones de voces hablando en mí.

Convulsionando inmóvil en la oscuridad impenetrable de la conciencia.
Enmudecido gritando en la oscuridad impenetrable de tu conciencia.
Soy un árbol invertido en el reflejo de la tristeza del cosmos.
Mis raíces son ramas gruesas extendiéndose en la eternidad.
Mis ramas son raíces gruesas extendiéndose en la profundidad.
Lo que es arriba es abajo. Lo que es abajo es arriba.

Es un pestañeo de un ojo muerto.
Es mi corazón conectado a algo mucho más grande que yo.
Es presencia sin cuerpo en un punto de no retorno.
Es allí donde sólo puede habitar su imagen.
Es allí donde suenan al mismo tiempo todos los latidos de la humanidad.
Es allí donde vi el árbol con raíces de sangre que se hunde profundo en el universo.

Lo vi sin usar mis ojos. Lo respiré sin usar mis pulmones. Lo sentí sin usar mis manos.

Sentí su presión aplastando mis sienes.
Sentí su marea creciente de sodio, potasio, fósforo, níquel, cobre y plomo sobre mi cráneo de cristal.
Sus pistones mecánicos amenazaban con explotar mi cabeza.
Mis limitadas neuronas eran atravesadas por su largo pensamiento
Y mi limitada piel sentía lo que siente su infinita corteza.

Sentía su mirada ciega perforando mi abdomen, para descomponer mi apetito y destrozar mi estómago con la misma fuerza de un animal hambriento.
Sentí sus fauces sin dientes abrirse para tragarme con la misma certeza con la que se tiene un mal presentimiento.

Su voz era mi voz y su flujo mis palabras. Todo yo era canal de silencio, conexión intravenosa, puente invisible, portal inmaterial, rosa mística, vaso espiritual.

Era el mareo de la tierra en rotación incesante sobre mi equilibrio.
Era la circulación interna de sus placas tectónicas dentro de mis venas.
Era el haz incandescente de su magma moribundo en el brillo de mis pupilas.
Era el peso añadido de todos los seres que nacen y mueren sobre mis hombros.

Era mi cuerpo drenando todo el dolor del mundo.
Era mi cuerpo drenando todo, todo el dolor del mundo.

Ahora sé que es mi mente, trampa fatal, grieta abismal
Acertijo letal, pregunta final, sima insondable
Que me horroriza para alimentarse de mi miedo
Que trata de decidir sobre mis decisiones
Que programa mis células obedientes
Que programa mis tejidos obedientes
Para orillarme a dudar de su poder
A creer que soy menos que mi sobra
Pero, nunca, nunca más la esfinge va a ganar
una batalla que he ganado ya.

Cascada enorme de dolor
Herida colosal que siempre ha estado ahí y que nadie puede cerrar.
Herida desbordante que siempre ha estado ahí y nunca se va ir.
Herida desbocada que siempre ha estado ahí y nunca va a parar.
Y en su torrente se disolvió mi conciencia.
Y en su torrente me olvidé de mí sufrimiento.
Y en su torrente se perdieron mis pasos.
Y en su torrente se borró mi historia.
Así como se borrará la tuya.

Yo viví el fin del mundo, en mí.

 

Lechedevirgen Trimegisto
Marzo, 2017


Este texto fue desarrollado y escrito durante sesiones de hemodiálisis, terapia sustitutiva para personas con insuficiencia renal crónica en etapa terminal, en la cual toda la sangre del autor era dreana conectándolo a una máquina para purificarla de toxinas a través de un catéter insertado en su cuello y colocado por la vena yugular a pocos centímetros de su corazón. 

Este texto originó el proyecto artístico homónimo EL ÁRBOL DE SANGRE

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